Gioconda Belli – La mujer habitada
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domingo, 30 de noviembre de 2014
Ágata asombrada
lunes, 24 de noviembre de 2014
El hombre inmóvil
A las once y media de la noche, cuando ya nadie paseaba por el parque, las luces se apagaron y todo quedó sumido en la oscuridad. Para entonces, sus ojos lloraban. Si hubiera podido hablar, habría chillado hasta enronquecer pero no podía hacerlo. El hombre inmóvil estaba solo. El mundo se había desentendido de él.
A eso de las cuatro de la madrugada, cuando estaba exhausto, fue cuando tomó conciencia de que lo que estaba viviendo no podía ser real. En un instante, pleno de gozo, su mente pareció despertar y descubrió al fin que todo tenía que ser una pura fantasía. Lo que sucedía, sin duda, era que él seguía durmiendo. Estaba, simplemente, soñando. Eso es lo que pasaba, todo era una pesadilla, y se sintió feliz ante esa esperanza. “Tengo que despertar, pensó. Todo es un sueño, solo es un mal sueño.” Pero no pudo hacerlo. El hombre inmóvil, por más que lo intentó, no pudo despertar. Y lo que él pensaba que era una pesadilla prosiguió.
Sus ojos solo se abrieron, al fin, a las 6.30 de la mañana, cuando, como todos los días, mecánicamente puntual, el reloj le sobresaltó con su chirriante sonido.
miércoles, 19 de noviembre de 2014
Un vacío indiferente
La gente grita que quiere crear un futuro mejor, pero eso no es verdad. El futuro es un vacío indiferente que no le interesa a nadie, mientras que el pasado está lleno de vida y su rostro nos excita, nos irrita, nos ofende y por eso queremos destruirlo o retocarlo. Los hombres quieren ser dueños del futuro sólo para poder cambiar el pasado. Luchan por entrar al laboratorio en el que se retocan las fotografías y se reescriben las biografías y la historia…
Milán Kundera – El libro de la risa y del olvido
sábado, 15 de noviembre de 2014
martes, 11 de noviembre de 2014
El hombre que inventaba sueños
Rafael Pérez Estrada - El sueño del mar
viernes, 7 de noviembre de 2014
El extranjero
-Yo no tengo padre, ni madre, ni hermana, ni hermano.
-¿A tus amigos?
-Utilizáis una palabra cuyo sentido todavía no conozco.
-¿Tu patria?
-Ignoro en qué latitud está situada.
-¿La belleza?
-La amaría gustoso, diosa e inmortal.
-¿El oro?
-Lo odio como tú odias a Dios.
-Entonces, ¿qué es lo que amas tú, extraordinario extranjero?
-¡Yo amo las nubes… las nubes que pasan… por allí… por allí… las maravillosas nubes!
Charles Baudelaire – El extranjero
miércoles, 5 de noviembre de 2014
La diosa escorpión
El cuerpo de la lucerna, que tiene cinco boquillas o piqueras por donde surgían las mechas que daban luz, reproduce un templo tetrástilo que está coronado por el disco solar, alusión al dios Ra. En su zona central se aprecia un escorpión con cabeza humana, posiblemente una representación de Serket, la diosa escorpión del antiguo Egipto, que fue identificada con Isis.
Serket, hija de Ra, era una divinidad muy querida por los egipcios ya que actuaba como protectora tanto de los vivos como de los muertos. Usualmente era representada como una mujer que lleva sobre su cabeza un escorpión o como un escorpión que tiene rostro de mujer. El amuleto de esta diosa solía estar presente en los hogares ya que servía de protección contra las picaduras de serpientes, escorpiones y en general de cualquier animal venenoso. Se pensaba también que Serket, en su acepción de “La que da el aliento de la vida” era quien se ocupaba de que los vivos pudieran respirar, lo que resultaba de especial trascendencia en el momento del nacimiento de los niños.
En la tumba de Nefertari, la diosa escorpión se manifiesta también como “Señora del Cielo”, es decir, como aquella divinidad que concede a los muertos un lugar en la Tierra Sagrada, para que, al igual que Ra, se puedan manifestar gloriosamente en el cielo.
domingo, 2 de noviembre de 2014
Personas que van y vienen
-Buenos días –dijo el guardagujas.
-¿Qué haces aquí? –dijo el principito.
-Clasifico a los viajeros por miles –dijo el guardagujas-. Despacho los trenes que los llevan, tanto hacia la derecha como hacia la izquierda.
Y un tren expreso iluminado, rugiendo como el trueno, hizo temblar la cabina de agujas.
-Van muy apurados –dijo el principito-. ¿Qué buscan?
-Hasta el hombre de la locomotora lo ignora –dijo el guardagujas.
Y un segundo expreso iluminado rugió, en sentido inverso.
-¿Ya vuelven? –preguntó el principito.
-No son los mismos –dijo el guardagujas-. Es un cambio.
-¿No estaban contentos donde estaban?
-Nadie está contento donde está –dijo el guardagujas.
Y rugió el trueno de un tercer expreso iluminado.
-¿Persiguen a los primeros viajeros? –preguntó el principito.
-No persiguen nada –dijo el guardagujas-. Adentro duermen o bostezan. Solo los niños estampan sus narices contra los vidrios.
-Sólo los niños saben lo que buscan –dijo el principito-. Pierden tiempo por una muñeca de trapo, y la muñeca se transforma en algo muy importante, y si se les quita la muñeca, lloran…
-Tienen suerte –dijo el guardagujas.
Antoine de Saint-Exupery – El principito
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