Páginas

jueves, 28 de mayo de 2009

HIMNOS Y SILENCIOS

Rosa de alabastro
Imagen: Antiqva



“Hoy pienso, Padre, que me llamó la atención algo que le distinguía de los demás: era un niño triste pero con una serenidad extraña para su edad. En sus juegos sin discordia, en su obediencia sin sumisión, en su interés por aprender y su orgullo por saber, en su silencio… Quizás su infancia me recordó la mía y quise revivir en aquel párvulo el niño que yo fui. Pensé que sería un buen pastor en nuestra Iglesia. ¡Ay de mí!

Noté algunas otras diferencias: recuerdo que, cuando todos los alumnos en fila, antes de salir del colegio, formaban marcialmente y entonaban el “Cara al sol” al atardecer como despedida de una jornada de jubiloso aprendizaje, Lorenzo no compartía el espíritu de Flecha que sus compañeros demostraban. Mantenía, sí, la compostura, pero un día me acerqué a él sigilosamente por detrás y advertí con sorpresa que mantenía el brazo en alto, movía los labios, pero no cantaba. ¡Le pedíamos amor a su Patria y nos devolvía silencio!

Le castigué a no abandonar aquel patio si no cantaba el himno completo, pero no cantó. Se mantuvo erguido y con el brazo en alto aunque ni siquiera comenzó la primera estrofa. No sé si prevaleció en mi la ira por su rebeldía o la dicha por la oportunidad de doblegar con mi autoridad a un hijo impío de un siglo sin fe. “¡Canta”, le ordené, “es el himno de los que quieren dar la vida por su Patria!”

“Mi hijo no quiere morir por nadie, quiere vivir para mí”, dijo una voz suave y melosa a mis espaldas. Me volví y era ella.

Ahora comprendo la frase del Eclesiastés: La mirada de una mujer hermosa, pero sin virtud, abrasa como el fuego. Yo ignoraba entonces que así nacía mi desvarío.”

Alberto Méndez (Los girasoles ciegos).

.

5 comentarios:

  1. Comencemos por contarle, mi queridísimo amigo, que me he quedado absorta la ver la foto... PARECE UNA MAGNÍFICA ROSA AZUL!!!

    Sé que no lo es... Y no sé qué extraña 'creatura' nos muestra en esta ocasión... Pero a mí se me antoja una rosa azul.. Sí... una linda rosa azul, como aquellas que resplandecen en las imágenes más queridas que guarda mi alma ;)

    Continuemos por el texto... Tremendamente bello. No lo aruinaré con mis interpretaciones.. Lo dejaré entrar en mí, palabra por palabra, fluyendo desde el alma que dirigió la pluma que lo plasmó ;)

    Terminemos por dejar escrito que así, tal como lo ha descrito el señor Alberto Méndez, así.. nacen todos los desvaríos ;) con una mirada abrasadora..

    ¿no???

    (Así han nacido todos los míos... jeje)

    Besos!!! y aplausos para su maravilla de entrada ;)

    ResponderEliminar
  2. Lei esta obra hace muchisimos años, y hoy me la trajiste a la memoria, por cierto elegiste un lindo fragmento,...

    Esta obra emana crudeza y poesía, tristeza y desolación. Estructurada de manera magistral, perfectamente hilvanada, Alberto Méndez nos ha dejado una pequeña obra maestra en la que la lírica y la narrativa no solo se dan la mano sino que se abrazan para ofrecernos un bello y aterrador retrato de la memoria.

    ResponderEliminar
  3. Una entrada honda,que cala dentro, adornada por esa imagen algo fantasmal de algo parecido a una rosa,y que solo lo es en apariencia...aunque posea su misma hermosura.
    Y es que los libros que hablan de aquel período desolador tras la guerra civil, suelen ser cruentos...
    Este, estuvo rodeado de un halo especial desde que se publicó y leer retazos como este, te hacen entender por qué.
    Besos,Antiqva.

    ResponderEliminar
  4. Seguramente palabras de una madre sensata... esas miradas suelen ser de madres...
    Muy lindo.
    Un beso, corazón
    Natacha

    ResponderEliminar

Gracias, siempre, por tus palabras...

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.